The suspense is killing me.
Me mata no saber si voy a volver a escuchar su voz. Si no lo soñé, se llama
Naomi Higuchi. Si no lo soñé, ella canta. Si no lo soñé, sus cuerdas vocales
las afinan los ángeles del jazz y de la bossa nova. Dicen que nació en Canarias.
Dicen que su padre es japonés y su madre marroquí. Dicen que vendía artesanía
en los mercadillos. Dicen que era la Diosa de las Olas y del Viento en las
playas de unas islas que eran afortunadas, sobre todo, porque podían verla
surfear gratis. Dicen que cantaba porque sí, porque le gustaba. Dicen que la
convencieron para que aprendiese aún más y la llevaron a Musikene para
domesticar el felino salvaje que esconde su voz. Dicen que ella les explicó que
no sabía solfeo, que nunca la dejarían codearse con los músicos que llenan el
viento de pentagramas, que ella sólo sabía cantar. Dicen que en Musikene se
olvidaron de academicismos, de fusas y corcheas y que le permitieron
matricularse. Dicen muchas cosas… Sólo hay
que escuchar a Naomi Higuchi. Yo lo hice un domingo a la hora del vermú, bajo un cielo que amenazaba lluvia, como colofón de una semana en la que algunas estrellas del Jazz habían llenado de luz el cielo gris de Vitoria-Gasteiz. El joven pianista Juan Sebastián Vázquez, compañero suyo en Musikene, desplegó una alfombra de pétalos de rosa sobre la que Naomí puso su reino. No éramos más que unas pocas docenas de pares de orejas para deleitarnos con un concierto que me apabulló. En algunas mesas había grupitos que sólo querían tomarse un aperitivo. Al menos no molestaron mucho. Todo ocurrió encima de la Bodega del Arte Contemporáneo de
Vitoria, en Artium, un museo construido sobre un solar que fue Estación de Autobuses y acabó convirtiéndose en la Pirámide de la Diosa Nao. Su reinado duró poco más de una hora, pero desde ese domingo, la cafetería Cube es su Salón de Recepciones y su Despacho Oval.
que escuchar a Naomi Higuchi. Yo lo hice un domingo a la hora del vermú, bajo un cielo que amenazaba lluvia, como colofón de una semana en la que algunas estrellas del Jazz habían llenado de luz el cielo gris de Vitoria-Gasteiz. El joven pianista Juan Sebastián Vázquez, compañero suyo en Musikene, desplegó una alfombra de pétalos de rosa sobre la que Naomí puso su reino. No éramos más que unas pocas docenas de pares de orejas para deleitarnos con un concierto que me apabulló. En algunas mesas había grupitos que sólo querían tomarse un aperitivo. Al menos no molestaron mucho. Todo ocurrió encima de la Bodega del Arte Contemporáneo de
Vitoria, en Artium, un museo construido sobre un solar que fue Estación de Autobuses y acabó convirtiéndose en la Pirámide de la Diosa Nao. Su reinado duró poco más de una hora, pero desde ese domingo, la cafetería Cube es su Salón de Recepciones y su Despacho Oval.
Al volver a casa, rebusqué en Internet
buscando de nuevo su voz. Miles de músicos despellejaguitarras tienen huecos en
la red donde almacenan sus canciones y berridos. Ni MySpace ni YouTube tenían
rastro de Naomi Higuchi. Desesperado, tiré de mi discoteca: Billie Holiday,
Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Carmen McRae,
Diana Krall… No había nada que hacer, la Diosa Nao sonaba distinto. Ella es un gran catalizador de las viejas reinas del jazz. No han pasado ni siquiera 24 horas y sé que no podré vivir sin sus canciones tejidas con terciopelo y arena. ¡Productores del Mundo!: ¿A qué os dedicáis? ¿Cómo es posible que Naomi Higuchi aún no haya grabado ningún disco? ¿Están buscando algún nuevo héroe juvenil para adolescentes? ¿Quieren convencer a alguna mocosa con tetas para cautivar al gran público? Déjense de tonterías. Grábenla antes de que sea demasiado tarde. Su voz, mañana, no será igual que la voz que escuché ayer y nadie la ha metido aún en una cajita para que no se la lleve el viento.
Diana Krall… No había nada que hacer, la Diosa Nao sonaba distinto. Ella es un gran catalizador de las viejas reinas del jazz. No han pasado ni siquiera 24 horas y sé que no podré vivir sin sus canciones tejidas con terciopelo y arena. ¡Productores del Mundo!: ¿A qué os dedicáis? ¿Cómo es posible que Naomi Higuchi aún no haya grabado ningún disco? ¿Están buscando algún nuevo héroe juvenil para adolescentes? ¿Quieren convencer a alguna mocosa con tetas para cautivar al gran público? Déjense de tonterías. Grábenla antes de que sea demasiado tarde. Su voz, mañana, no será igual que la voz que escuché ayer y nadie la ha metido aún en una cajita para que no se la lleve el viento.
Si no vuelvo a escuchar a Naomi Higuchi,
que alguien la invite a mi funeral. Y que le paguen lo que pida por cantar "Love me or leave me". Todo lo que
pida… Y una buena propina.
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