El PNV nació para gobernar Euskadi por los siglos de los siglos. No es un partido, es mucho más: un Movimiento Nacional, cantera de políticos, el Castillo de la Aristocracia Vasca, un clan familiar en el que se heredan las poltronas, el gran Txoko que intenta reunir a los mejores para repartirse varas de mando y makilas... Más de una vez he recomendado a algún joven despistado que se afilie a un partido fuerte como el PNV para solucionar su futuro. "No tienes más que esperar pacientemente a que pase el tiempo; salvo que seas un zote acabarás convirtiéndote, por lo menos, en concejal de tu pueblo". Y en este país, una concejalía puede ser el trampolín hacia el triunfo.
He conocido unos cuantos lehendakaris en Ajuria Enea: el Duque Garaikoetxea, el Abuelo Ardanza, el Loco Ibarretxe, el Ingeniero López y Urkullu el Triste. En esta lista se coló un extraño, Patxi López, que alcanzó el trono de Vitoria gracias a la Ley de Partidos que ilegalizó a los malos. El siempre ponderado Íñigo Urkullu sintió que le habían robado la poltrona entre el PSE y el PP y acusó a López de ser un lehendakari ilegítimo. Las leyes, en Euskadi, las decide el PNV.
El Partido Guía de los Buenos Vascos también decide quién se lleva el dinero público. Y, si hace falta
usar la imaginación para llevárselo calentito, se usa. En los 35 años que llevan al frente de las instituciones vascas, el PNV ha protagonizado los escándalos de corrupción más sonados: Caso De Miguel, Caso Epsilon, Caso Hiriko, Caso Hacienda de Irún, Caso Bidegi, Caso Azpiegitura, Caso Hacienda de Bizkaia, Caso Tragaperras, Caso Zubiaurre, Caso Jabyer Fernández, Caso Guggenheim... Enumerar los municipios vascos en los que ha habido recalificaciones ilegales o adjudicaciones fraudulentas de obra pública nos llevaría otro párrafo entero. Sin embargo, el PNV tiene un morro que se lo pisa e intenta aparecer como el partido de la decencia que se escandaliza por la corrupción de otros. Los jeltzales creen que la maldad es patrimonio de los españoles y que el pecado de robar sólo se comete al sur de Pancorbo.
Desde 1980, el PNV ha construido un entramado institucional a su imagen y semejanza que sirve para dar de comer a miles de militantes. En Euskadi hemos llegado a tener 192 sociedades públicas en las que el Partido Guía iba colocando a sus afiliados más fieles. Nadie se queda sin pesebre en el PNV. Quien obtiene un carnet del PNV puede soñar con cobrar sin trabajar, como bien saben Íñigo Camino y Juan Cruz Nieves.
Josu Jon Imaz fue durante décadas el modelo de político brillante del PNV del siglo XXI. Como portavoz del Gobierno Vasco, fue la cara amable del Kamikaze Ibarretxe. Llegó a ser presidente del PNV. En 2008 se metió en las puertas giratorias que unen la política y el sector privado y ahora es el consejero delegado de Repsol, que le fichó para convencer al Gobierno Vasco de que permitiese instalar una planta de coque en la fábrica de Petronor de Muskiz. Repsol le paga dos millones de euros al año para decir mentiras como éstas: que de cada litro de combustible, Repsol sólo se lleva el 1'5 por ciento de beneficio o que en el sector de las gasolineras hay libre competencia y es uno "de los más abiertos de Europa". Josu Jon Imaz, Made in PNV. Todo por la Pasta...
He conocido unos cuantos lehendakaris en Ajuria Enea: el Duque Garaikoetxea, el Abuelo Ardanza, el Loco Ibarretxe, el Ingeniero López y Urkullu el Triste. En esta lista se coló un extraño, Patxi López, que alcanzó el trono de Vitoria gracias a la Ley de Partidos que ilegalizó a los malos. El siempre ponderado Íñigo Urkullu sintió que le habían robado la poltrona entre el PSE y el PP y acusó a López de ser un lehendakari ilegítimo. Las leyes, en Euskadi, las decide el PNV.
El Partido Guía de los Buenos Vascos también decide quién se lleva el dinero público. Y, si hace falta
usar la imaginación para llevárselo calentito, se usa. En los 35 años que llevan al frente de las instituciones vascas, el PNV ha protagonizado los escándalos de corrupción más sonados: Caso De Miguel, Caso Epsilon, Caso Hiriko, Caso Hacienda de Irún, Caso Bidegi, Caso Azpiegitura, Caso Hacienda de Bizkaia, Caso Tragaperras, Caso Zubiaurre, Caso Jabyer Fernández, Caso Guggenheim... Enumerar los municipios vascos en los que ha habido recalificaciones ilegales o adjudicaciones fraudulentas de obra pública nos llevaría otro párrafo entero. Sin embargo, el PNV tiene un morro que se lo pisa e intenta aparecer como el partido de la decencia que se escandaliza por la corrupción de otros. Los jeltzales creen que la maldad es patrimonio de los españoles y que el pecado de robar sólo se comete al sur de Pancorbo.
El rojigualda de Repsol te sienta tan bien. Irispress.es |
Josu Jon Imaz fue durante décadas el modelo de político brillante del PNV del siglo XXI. Como portavoz del Gobierno Vasco, fue la cara amable del Kamikaze Ibarretxe. Llegó a ser presidente del PNV. En 2008 se metió en las puertas giratorias que unen la política y el sector privado y ahora es el consejero delegado de Repsol, que le fichó para convencer al Gobierno Vasco de que permitiese instalar una planta de coque en la fábrica de Petronor de Muskiz. Repsol le paga dos millones de euros al año para decir mentiras como éstas: que de cada litro de combustible, Repsol sólo se lleva el 1'5 por ciento de beneficio o que en el sector de las gasolineras hay libre competencia y es uno "de los más abiertos de Europa". Josu Jon Imaz, Made in PNV. Todo por la Pasta...
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