Ezker Batua soltó lastre, por fin. Acuciado por los escándalos de corrupción de sus feligreses, el cura Javier Madrazo abandona la militancia en la coalición de izquierdas cuyo código genético dislocó a su antojo para acaparar poder en Euskizofrenia.
¿Es de izquierdas ser nacionalista? Sí, siempre que ello dé votos. Eso debió pensar Madrazo cuando se metió en el lío del Pacto de Lizarra. La cosecha fue buena. Sus familiares y amigos pillaron cacho y él se convirtió en Consejero de Vivienda y Asuntos Sociales.
No vamos a enumerar los escándalos que han sacudido su trayectoria en la política vasca. Nos vamos a centrar en un concepto que él transformó en aras del triunfo del Pacto de Lizarra, durante la tregua-trampa-parcial que ETA decretó entre 1998 y 2000. Por aquel entonces, entre Joseba Egibar y Juanjo Ibarretxe (PNV), Eusko Alkartasuna, Arnaldo Otegi y Javier Madrazo crearon un camino hacia la independencia, con su nuevo Estatuto de Autonomía y su referéndum de autodeterminación y todo. Había sólo un obstáculo: la falta de garantías de ganar la consulta popular. En el PNV hay mucho nacionalista tibio que no cree que separada de Hpania, y amputada de Europa, Euskizofrenia tenga suficiente mercado para la venta de sus productos y servicios…
Para ganar aquel anhelado referéndum había que reescribir el concepto de ciudadanía. ¿Quién se encargaría de ello?: el cura Madrazo.Aún recuerdo el dolor de tripas que me entró cuando Javier Madrazo nos intentó explicar en Lakua a los periodistas la forma en que el Gobierno Vasco estaba creando el concepto de “ciudadanía inclusiva”, que hacía distinciones entre los nacionales y los otros. A la vez, en otros foros políticos, Otegi y el PNV también se dedicaban a predicar que para el triunfo del Pacto de Lizarra hacía falta cambiar las leyes sobre censo, empadronamiento, registro de inmigración… En Euskal Herritarrok, la marca que entonces sostenía la izquierda abertzale que no condena la violencia terrorista de ETA, Arnaldo Otegi se dedicaba a hacer el pino propugnando un nuevo censo vasco. Simultáneamente, desde la tribuna del Parlamento de Vitoria, Nuria López de Guereñu, del PNV, (que hoy se ha convertido en ariete de la patronal vasca, Confebask) abogaba por transformar el registro nacional de Euskizofrenia para controlar mejor la inmigración.
Al cura Madrazo todo aquello no le pareció mal. Su concepto de política progresista y de izquierdas es muy flexible. “Si mi hermana Julia”, debió pensar, “obtiene un puesto de concejala en Bilbao, si mis amigos pueden copar los empleos públicos y cargos de confianza en las instituciones en las que obtengamos representación o tareas de gobierno, Ezker Batua-Berdeak es capaz de decir sí a la descabellada idea de reescribir el concepto de ciudadanía”.
Bien es cierto que Hpania no puede dar clases de ciudadanía con una Monarquía. Como todo el mundo sabe, en esta forma medieval de gobierno, todos somos súbditos del Rey, aunque la constitución hpaniola diga que somos ciudadanos.
Los 40 empleos públicos y el “dinero de bolsillo” para pagar deudas que Madrazo quería conseguir en Álava para los suyos han acabado con la vida política de este profesor de filosofía que se considera nacionalista, de izquierdas y cristiano de base. Ahí es nada…
Y en la próxima entrada contaremos toda la verdad sobre la biografía del diputado general de Álava Javier de Andrés.
¿Es de izquierdas ser nacionalista? Sí, siempre que ello dé votos. Eso debió pensar Madrazo cuando se metió en el lío del Pacto de Lizarra. La cosecha fue buena. Sus familiares y amigos pillaron cacho y él se convirtió en Consejero de Vivienda y Asuntos Sociales.
No vamos a enumerar los escándalos que han sacudido su trayectoria en la política vasca. Nos vamos a centrar en un concepto que él transformó en aras del triunfo del Pacto de Lizarra, durante la tregua-trampa-parcial que ETA decretó entre 1998 y 2000. Por aquel entonces, entre Joseba Egibar y Juanjo Ibarretxe (PNV), Eusko Alkartasuna, Arnaldo Otegi y Javier Madrazo crearon un camino hacia la independencia, con su nuevo Estatuto de Autonomía y su referéndum de autodeterminación y todo. Había sólo un obstáculo: la falta de garantías de ganar la consulta popular. En el PNV hay mucho nacionalista tibio que no cree que separada de Hpania, y amputada de Europa, Euskizofrenia tenga suficiente mercado para la venta de sus productos y servicios…
Para ganar aquel anhelado referéndum había que reescribir el concepto de ciudadanía. ¿Quién se encargaría de ello?: el cura Madrazo.Aún recuerdo el dolor de tripas que me entró cuando Javier Madrazo nos intentó explicar en Lakua a los periodistas la forma en que el Gobierno Vasco estaba creando el concepto de “ciudadanía inclusiva”, que hacía distinciones entre los nacionales y los otros. A la vez, en otros foros políticos, Otegi y el PNV también se dedicaban a predicar que para el triunfo del Pacto de Lizarra hacía falta cambiar las leyes sobre censo, empadronamiento, registro de inmigración… En Euskal Herritarrok, la marca que entonces sostenía la izquierda abertzale que no condena la violencia terrorista de ETA, Arnaldo Otegi se dedicaba a hacer el pino propugnando un nuevo censo vasco. Simultáneamente, desde la tribuna del Parlamento de Vitoria, Nuria López de Guereñu, del PNV, (que hoy se ha convertido en ariete de la patronal vasca, Confebask) abogaba por transformar el registro nacional de Euskizofrenia para controlar mejor la inmigración.
Al cura Madrazo todo aquello no le pareció mal. Su concepto de política progresista y de izquierdas es muy flexible. “Si mi hermana Julia”, debió pensar, “obtiene un puesto de concejala en Bilbao, si mis amigos pueden copar los empleos públicos y cargos de confianza en las instituciones en las que obtengamos representación o tareas de gobierno, Ezker Batua-Berdeak es capaz de decir sí a la descabellada idea de reescribir el concepto de ciudadanía”.
Bien es cierto que Hpania no puede dar clases de ciudadanía con una Monarquía. Como todo el mundo sabe, en esta forma medieval de gobierno, todos somos súbditos del Rey, aunque la constitución hpaniola diga que somos ciudadanos.
Los 40 empleos públicos y el “dinero de bolsillo” para pagar deudas que Madrazo quería conseguir en Álava para los suyos han acabado con la vida política de este profesor de filosofía que se considera nacionalista, de izquierdas y cristiano de base. Ahí es nada…
Y en la próxima entrada contaremos toda la verdad sobre la biografía del diputado general de Álava Javier de Andrés.
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