Dice el Teorema
de Cámara que el grado de corrupción de un partido político es directamente
proporcional al poder que ostenta. Según esta teoría, las candidaturas
electorales que obtienen más escaños son las que más aprovechados, arribistas,
defraudadores, traficantes de influencias y amigos de lo ajeno acogen en sus
filas. Invito a cualquier militante o defensor de uno de esos partidos
poderosos (y por lo tanto corruptos) que me ofrezcan una excepción a la regla
para confirmar aún más mi Teorema.
¿A quién votar
entonces? A quienes aún no han tocado el terciopelo de la poltrona ni la makila
del poder. En mi circunscripción electoral de Álava se presentan 15
candidaturas. Sólo hay 8 que jamás han pillado cacho: entre ellas EQUO y
Escaños en blanco.
Los ecologistas
de EQUO están liderados por Juantxo López de Uralde, que se hizo famoso como dirigente
de Greenpeace-España cuando estuvo detenido durante 19 días en Dinamarca tras
colarse en una Cumbre del Cambio Climático y desplegar una pancarta en la que
se leía “Los políticos hablan, los líderes actúan”. EQUO obtuvo más de 200.000
votos en las últimas elecciones generales.
Escaños en blanco
aglutina el espíritu crítico de quienes exigen un nuevo sistema electoral con
listas abiertas para contrarrestar la partitocracia. Hoy día, los votantes sólo
pueden apoyar candidaturas cerradas de las que no pueden tachar a políticos
corruptos o profesionales de la cosa pública que tanto abundan en las
formaciones tradicionales. Escaños en Blanco casi consiguió 100.000 votos en
las pasadas elecciones generales. En las municipales, lograron dejar vacías
tres concejalías en las localidades catalanas de Foixá y Gironella. Su lema es “No
cobramos, no ocupamos”.
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