Hace un mes, la Audiencia Nacional decidió la excarcelación
del preso de ETA Josu Uribetxeberria. Es el cáncer y no el Estado de Derecho
quien quiere matar al secuestrador de Ortega Lara y asesino de tres guardias
civiles. Poco antes de su puesta en libertad, Herrira montó una trainera
popular en San Sebastián. Esta plataforma de apoyo a los presos de ETA exige aún
la excarcelación de otros 13 reclusos con supuestas “enfermedades graves”. ¿Qué
les pasa? ¿Están en peligro de muerte, como Uribetxeberria? No. Herrira les ha
metido a todos en el mismo saco para ver si cuela. Sepamos qué les duele a
algunos…
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Iñaki Etxeberria es miope. Ya lo era cuando no
supo ver que asesinando a seis personas no liberaba a Euskal Herria.
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Jesús Mari Mendinueta Flores tiene migrañas,
pero no le dolió la cabeza cuando asesinó a tres personas, una de las cuales
estaba ante su hijo de 9 años.
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A José Javier Arizkuren, “Kantauri”, le duele el
antebrazo pero no le tembló la mano al asesinar a cuatro personas.
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A Iñaki Erro, Isidro Garalde y José Ramón López
de Abetxuko les falla el corazón, pero no les falló la puntería al asesinar a un
total de doce personas. Erro y Garalde tienen cardiopatía. López de Abetxuko,
bradicardia.
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Aitzol Gogorza José Miguel Etxeandia y Martín Hernando
tienen problemas siquiátricos. Que los etarras estaban mal de la cabeza lo
suponíamos. Gogorza y Etxeandia tienen un trastorno obsesivo compulsivo y
Hernando un trastorno esquizo afectivo.
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A Gotzone López de Luzuriaga le extirparon un cáncer
de mama, a José Ángel Biguri le operaron de cáncer de próstata e Inmaculada
Berriozabal tiene sobrepeso, diabetes e hipertensión.
La candidata a Lehendakari de EH
Bildu, Laura Mintegi exige una solución definitiva para los presos de ETA. Los
historiadores Gaizka Fernández Soldevilla y Raúl López Romo recordaron ayer en
las páginas de "El Correo" que ETA ya disfrutó de una amnistía hace 35 años. No obstante, he de reconocer que
hay algo en esta campaña que a mí me tranquiliza: ver el programa de actos de
EH Bildu, que organiza un mitin tras otro entre el 4 y el 19 de octubre. En
esta ocasión, las elecciones no se verán teñidas de sangre por atentados de
ETA, tal y como ocurrió en 2008 cuando asesinaron al Isaías Carrasco, en 2001
cuando acabaron con la vida de Manuel Jiménez Abad, en 200 cuando mataron a
Fernando Buesa y su escolta Jorge Díez Elorza, en 1984 cuando asesinaron a
Enrique Casas… En los llamados “años de plomo” también hubo numerosos atentados
en vísperas de otras campañas electorales. Todas esas víctimas de ETA no votarán
en estas elecciones.
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