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Patxi López, trabajando en Ajuria Enea. |
Hay un viejo y célebre
chiste de vascos sobre setas y Rolex que ha causado furor en esta campaña. Los
socialistas le han dedicado un
vídeo que asegura que el PSE va a por setas y no
a por Rolex. ¡Falso! Todos los partidos que pueden ganar estas elecciones vascas
van a por Rolex. ¿Pruebas? Hay una en el
Boletín Oficial del Estado del pasado 12 de Junio, que garantiza una pensión vitalicia para los Lehendakaris, sus viudas
o viudos, huérfanos y padres. Como dice otro lema electoral de Patxi López,
nuestros políticos “están a lo que hay que estar”. Primero pillamos cacho y
luego decimos que gobernamos para todos.
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Maroto y Rajoy mirando Rolex. |
Otro político
ejemplar es el alcalde de Vitoria y candidato al pluriempleo Javier Maroto.
Haciendo el pino, ocupará una plaza en el Parlamento y otra en el Ayuntamiento.
Asegura que no cobrará los dos sueldos, pero aún no ha dicho a qué destinará el
segundo. Su compañera Cospedal cobra tres salarios por un importe total de 242.000 euros.
A eso no se le llama fraude. En este país el único fraude que ve el PP es el
que dicen que cometen los hambrientos, los pensionistas y los parados. Javier
Maroto ha sacado pecho con un vergonzoso decálogo que incluye las medidas que tomará
contra el fraude en las ayudas sociales. Tiene un tufo xenófobo y clasista.
Exige que los perceptores de ese dinero “asuman nuestro ordenamiento jurídico,
incluido el principio de igualdad entre hombres y mujeres”. Los pobres no sólo son estafadores, según Maroto, sino que además maltratan a sus mujeres. El decálogo del alcalde de Vitoria también quiere evitar “que los delincuentes cobren ayudas sociales”.
Es repugnante que con casi seis millones de parados en España el PP sólo apunte al
fraude que generan los pobres. Sus paraísos fiscales, sus SICAV que les
permiten tributar sólo el 1 por ciento de lo que ganan y sus empresas deslocalizadas no les
preocupan tanto como un inmigrante con una tarjeta sanitaria. En el mismo
panfleto electoral del PP, Javier Maroto saca pecho por haber conseguido que la
comunidad pakistaní renunciase en junio a ubicar una mezquita en el barrio de
Zaramaga de Vitoria.Ahora que no hay ladrillos que poner, los inmigrantes les sobran.
Por si fuera
poco, los “Círculos del Silencio” de Vitoria se han mostrado avergonzados por
vivir en la ciudad más insolidaria de España. Gracias al alcalde Maroto, los
comedores sociales del Ayuntamiento de la capital alavesa son los únicos que
exigen un contrato de alquiler y el empadronamiento durante 6 meses. Cada día
es más caro comerse un plato de garbanzos.
Lo dicho: los políticos
van a Rolex mientras los parados, pobres e inmigrantes tienen que buscar setas
en el monte.
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