Maestro de las Ondas y Conde de la Retranca. |
Le dije a
Carlos Herrera que trabajo en Vitoria de periodista desde hace 28 años y que en
mi biografía también había alguna “caja de puros”, sobre la que ya le hablaría
algún día… Nos despedimos y entrando en su casa me dijo que podía acudir allí
cuando quisiera. ¡Tranquilo, Carlos! El tiempo de vacaciones es sagrado y no me
voy a convertir en uno de esos pesados que te van con cuentos chinos y penas de
Murcia para robarte ese rato en que podrías estar tomándote en Balbino una tortillita de
camarones y un salmorejo regados con una buena manzanilla. Es mucho mejor dejar
por escrito qué puro me fumé en Euskizofrenia a la salud de Carlos Herrera.
Estábamos a
finales de los años 90. Tiempos de tregua de ETA, aquella que empezó tras el
secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, tregua urdida entre Joseba Egibar y
Arnaldo Otegi gracias/por culpa del Pacto de Lizarra y que se rompió en 2000
costándole la vida a varias decenas de personas inocentes…
Por aquel
entonces un servidor era el cronista político en Vitoria en una televisión
pública. Al PNV no siempre le gustaba el tono de mis informaciones. Y eso que
acabé dimitiendo para que Alfredo Urdaci no usase mis apellidos para unir los nombres de las hijas del Lehendakari Ibarretxe con un asesino de ETA.
Un buen día de aquellos, el entonces portavoz del PNV José
Antonio Rubalcaba unió en la misma frase desde la tribuna de oradores del
Parlamento una información de Telediario con las cajas de puros. ¿Cajas de
puros? Sí. Carlos Herrera recibió en su día un paquete bomba camuflado en una caja de puros y después se pasó un año viviendo en Miami, alejado de España. Nada
raro en Euskizofrenia, donde tantos y tantos miles de ciudadanos se tuvieron
que ir para vivir liberados de la amenaza terrorista.
Yo no fumo.
Menos mal. Mis pulmones están sanos, Bárcenas no me hace llegar sobresueldos
con cajas de puros y jamás merecí un explosivo escondido en la envoltura de
unos Cohibas. Sigo camuflado en la selva del periodismo vasco, entre
ilustres compañeros que por decir las verdades del barquero se han quedado sin
dedos o sin la vida.
… Y EN ESTAS
APARECIÓ CENICIENTA
De vuelta a
casa, tras despedirme de Herrera, decidí tratar de seguir el ritmo de unos
korrikolaris queme adelantaron entre Bajo de Guía y Bonanza. Cuando se dedicaron a meterse entre dunas, me arrepentí. Yo soy más de asfalto o de arena dura. Sin embargo, el esfuerzo tuvo su recompensa. Un zapato azul de tacón de aguja me pidió que lo rescatara de su penitencia bajo el sol. Supuse que estaría desparejado pero a unos cuantos metros estaba su compañero. En medio, había unos cuantos pañuelos de papel que hablaban bien a las claras de la situación en que su dueña perdió los zapatos y tal vez algo más. Estaban casi nuevos. No, no eran unos Manolo Blahnik. Aún conservaban en la suela la etiqueta “Made in China”. Siempre me pueden venir bien para carnavales. Sólo tendré que amputarme los dedos de los pies. Son de talla 38. No obstante, si su dueña da señales de vida a través de este blog y me los reclama, ella será mi Cenicienta y yo seré su Principe Rojo.
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