19 de diciembre
de 1974. En La Algaida ,
algunos no olvidan esa fecha. Ese día llegó la luz a esta colonia gaditana
adosada al río Guadalquivir, a Doñana y a Sanlúcar de Barrameda. Que se sepa,
Dios no intervino en el milagro, pero la luz se hizo en La Algaida el 19 de diciembre
de 1974. Antes de eso, allí se alumbraban con cuquillos y quinqueles, unas
lámparas artesanales que iluminaban a base de trapo, aceite y fuego.
Es domingo y a
primera hora de la mañana, los paisanos de La Algaida comparten
historias a las puertas de la
Cantina y el Estanco. Los dos locales están adosados uno al
otro. Allí hay todo lo que un hombre puede desear después de haber atendido su
labor en el campo: café, tabaco, comida, licor y una buena conversación.
En la pared de
noventa de altura. Al despedirme dice que la próxima tendré que convidarle a algo. Pero antes de irme, un abuelo que exhibe sus juanetes a través de las chanclas nos cuenta un chiste de la época en que las casas se iluminaban con cuquillos y quinqueles. Dice que no se malgastaba el aceite, que había poco y costaba mucho dinero. Era el mismo aceite que se usaba para los guisos. El chiste trata de un buen hombre que iba todas las mañanas con un pedazo de pan a los pies de la virgen para preguntarle si podía mojar o no su chusco en el aceite de la lamparita que había a su vera. ¿Mojo o no mojo?, le decía a la virgen. Como ésta no le decía nada, él mojaba y podía bañar su pan en aceite para desayunar. Enterado el cura de la travesura del feligrés, le pidió a un monaguillo que se ocultase tras los ropajes de la virgen para responder al pícaro. A la mañana siguiente volvió a preguntar. ¿Mojo o no mojo? El chaval respondió con un rotundo no, a lo que el hombre contestó que no le había preguntado a él sino a su madre.
Comentarios
El Hijo de La Dolores.