OSAKIDETZA TE HARÁ ESPERAR 4 MESES SI SUFRES UN BROTE PSICÓTICO. ¿SOLUCIÓN? LLAMA A OREKABIDE AL 623586347.
Desde la asociación Orekabide llevamos meses constatando el deterioro de la sanidad pública, tanto a nivel global como en el área de salud mental, en la que el sistema no colapsa sólo gracias al esfuerzo de las y los profesionales de estos servicios que dan el 200% de su esfuerzo. Profesionales que se enfrentan a una realidad cada vez más compleja, con menos recursos tanto en los Centros de Salud Mental de los ambulatorios como en el resto de recursos que atienden cada vez más casos de personas afectadas por alguna de estas situaciones. El pasado 10 de Octubre volvimos a celebrar el Día Mundial de la Salud Mental, y por desgracia, como en años anteriores, todavía quedan muchos retos pendientes y muchas reivindicaciones que lanzar. Más aún cuando la sanidad pública de Euskadi se encuentra en un proceso de revisión impulsado desde el Gobierno Vasco, en busca de un modelo que corrija el retroceso que se ha dado en los últimos años. Por eso, desde Orekabide queremos marcar una lista de líneas rojas que deben estar sobre la mesa a la hora de replantear la atención en los recursos de salud mental. Todas las carencias que ha provocado la falta de recursos en la sanidad pública en un contexto post pandemia las hemos tenido que compensar las asociaciones como Orekabide con los pocos recursos que tenemos. El Tercer Sector ha sido clave en la acogida de personas a las que, tras recibir un diagnóstico, les acecha una amalgama de dudas y preocupaciones; así como aquellas personas afectadas y sus familias que, por las listas de espera actuales, se encuentran desbordadas y necesitan apoyo. En esa línea, desde Orekabide realizamos un nuevo esfuerzo con la puesta en marcha de un número de teléfono, el 623586347, que sea una línea directa de atención y apoyo a personas afectadas de trastorno bipolar y depresión, y también a sus familiares. Queremos que este teléfono dé respuesta a las necesidades de todas aquellas personas que, tras un diagnóstico, se sienten perdidas o desorientadas, y también a aquellas familias o personas afectadas que se encuentran en un momento en el que necesitan una ayuda que la sanidad pública, por desgracia, no les brinda. La orientación desde la experiencia, el conocimiento de los recursos a los que acudir y los consejos personalizados tras el análisis de cada caso son parte de la labor que Orekabide busca ofrecer a través de este teléfono. Al mismo tiempo, se mantendrán los grupos de apoyo mutuo, las actividades orientadas a la formación de familiares y afectados, así como otras sesiones y talleres más dinámicos que la asociación desarrolla desde su creación en el año 2022.
Pero todo esto, repetimos, sigue siendo un parche a la situación de abandono que recibe el colectivo de la salud mental por parte de los gestores del Servicio Vasco de Salud. Decisiones como los recortes en personal, la falta de contrataciones para las bajas que, en muchas ocasiones, se prolongan durante meses, en un contexto en el que tras la pandemia de la COVID 19 se han incrementado los casos de personas con depresión u otras situaciones de angustia vital, hacen que las listas de espera se hayan incrementado hasta lo inasumible. Esperas de cuatro a seis meses para una persona con una situación vital crítica, para recibir una atención de como mucho media hora, es una dejación de funciones por parte de los gestores de Osakidetza. Quienes evitan que este sistema colapse, como ya hemos recordado, son las y los profesionales de la salud mental que hacen un esfuerzo diario por atender con la mayor calidad y humanidad posible a todas estas personas, encontrándose con casos y situaciones en los que la problemática se ha agravado precisamente por esa falta de seguimiento entre consulta y consulta. Además, cuestiones que podrían resolverse desde la atención psicológica agravan el contexto final, dado que la dotación de estos perfiles profesionales en la sanidad pública vasca es escasa, y no solamente ello, sino que las listas de contrataciones están en estos momentos vacías. La única alternativa existente, acudir a los recursos privados, es en el caso de muchas familias totalmente inasumible por su delicada situación económica. Es evidente que algo tiene que cambiar en la sanidad pública, que este proceso de reflexión abierto ahora para el Pacto Vasco de Salud debe ofrecer una respuesta clara a las necesidades e inquietudes de todos los colectivos de pacientes y, en especial, al área de salud mental, en el que muchas de las afecciones son crónicas o pueden cronificarse, como en el caso de la depresión, si el abordaje de la misma se dilata tanto en el tiempo. Estamos dispuestos a poner freno a esta situación para evitar consecuencias futuras que dañarán irremediablemente la vida de las personas afectadas por estas patologías. Es innegable que esa lacra silenciosa y oculta como es el suicidio se está haciendo fuerte en un contexto en el que los servicios que deberían ayudar y apoyar no pueden hacerlo por falta de medios y personal, y eso conlleva también la saturación y la propia frustración de estos brillantes profesionales que ven como su misión vital se diluye por las decisiones tomadas por unos gestores que se centran más en los aspectos económicos que en el que debería ser eje de la sanidad pública vasca: la persona. Reivindicamos menos recortes, más atención y más profesionales y no solo de la psiquiatría, sino también psicólogos que ayuden a gestionar esa amalgama de emociones y sensaciones, esa frustración y angustia vital. Menos listas de espera, y una mayor periodicidad de la atención con carácter global. Porque solo así evitaremos un futuro en el que las patologías mentales hayan avanzado hasta un punto de no retorno, hundiendo a quienes las padecen y a sus familias y allegados. Pero el objetivo último del todo este sistema de protección social debe ser, además de resolver la angustia vital que supone convivir con una patología mental, lograr la integración plena de las personas afectadas, de tal manera que se pueda disfrutar de un empleo de calidad adaptado a las circunstancias de cada persona, ya sea a través de un empleo protegido real o con una mayor implicación de las instituciones en los procesos de ofertas públicas de empleo para que el cupo de discapacidades se amplíe y distinga entre discapacidad intelectual, discapacidad psíquica y discapacidad física, ya que ahora en muchísimos procesos la discapacidad psíquica y la discapacidad física se engloban en el apartado "otras discapacidades". Y el empleo protegido nunca debe de ser visto como un mero elemento que aporte beneficios, sino como una función social en la que la prioridad son las personas, su integración y su bienestar. Es necesario revisar ese modelo para que la esencia no se pierda y se acabe convirtiendo en un empleo normalizado, con la situación de estrés que conlleva que bajo el paraguas de protegido se deje de lado a las personas y su problemática y sólo se centré en los beneficios económicos y bonificaciones que aporta contratar a las personas con discapacidad. De igual manera, es necesario combatir el estigma y el rechazo que todavía hoy en día se produce en la sociedad hacia las personas que padecen alguna patología mental. El desconocimiento, la falta de formación, y, en última instancia, la atención dilatada en el tiempo, hacen que este colectivo se encuentre en la cuerda floja. Todos somos iguales, todos somos personas, y las circunstancias que nos condicionan no deben ser excusa para intentar apartarnos de la sociedad, para tratarnos de manera diferente y excluirnos o, directamente, atacarnos. Sobre todo porque la salud mental es cosa de todos, y nadie está libre, en cualquier momento, de acabar padeciendo alguna de estas situaciones. Nos preocupan especialmente los perfiles de personas más jóvenes, que cada vez son más abundantes y que se enfrentan no solamente al desconocimiento de su situación sino a un contexto en el que parece que una patología mental supone un rechazo inmediato, lo que les hace esconderlo o directamente negar su situación, con el riesgo que ello supone. La sanidad pública debe especializarse en el abordaje de este colectivo tan vulnerable para evitar caer en los errores del pasado y que estas patologías de carácter crónico supongan un deterioro irremediable de la vida de estas personas que, en estos momentos, están en el comienzo de su trayectoria vital y que, si no se les ofrece una atención digna y se aborda con ellos todos los aspectos, pueden acabar buscando en otros lugares y otras sustancias el alivio a su sufrimiento. Si la situación en la sanidad pública es preocupante, no hemos de olvidar otros contextos o ambientes en los que la salud mental es abordada desde un enfoque totalmente negativo. Es el caso de las personas con patología mental que están recluidas en las prisiones, un colectivo cada vez más creciente y al que si ese entorno ya le resulta perjudicial, el abordaje que se hace desde los servicios médicos de estos centros penitenciarios con la sobremedicación en vez de una atención integral, como hemos podido comprobar desde la asociación, nos encontramos con que esa angustia vital se traduce en un incremento de los suicidios en las prisiones algo que hay que evitar a toda costa, analizando y modificando el sistema de atención existente en el sistema penitenciario vasco. Por todo esto, el pasado jueves 10 de Octubre los asociados y amigos de Orekabide salimos a la Plaza General Loma de Vitoria para reivindicar que a las personas se nos trate como personas. MUCHAS GRACIAS AL GRAN FOTÓGRAFO JULL ROC POR LAS IMÁGENES QUE NOS HA OFRECIDO Y QUE ILUSTRAN EL EVENTO QUE ORGANIZAMOS EL JUEVES.
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